sábado, 13 de noviembre de 2010

NO VUELVO A IR A UNOS XV AÑOS...SIN PAREJA DE BAILE

Pues bien, mis queridos y escasos lectores, he aquí que hoy fuí a una fiesta de XV años.

En realidad no siento haber sido parte original de la lista de invitados. Fuí más bien una "añadidura forzosa". Por triste que suene el término, se explica fácilmente si primero entendemos que la "festejada" es hija de una amiga de mi abuela.

Habrá que añadir el hecho de que esa amistad se ha reforzado entre ellas (La madre de la quinceañera y mi abuela) por medio de un grupo... religioso (para no ofender a ningún culto en específico). Lo cual, obviamente, me elimina cualquier deseo de asociación con tal actividad.

Porqué?... pues porque yo soy... cómo decirlo?... Definámoslo como "creyente", por lo cual tengo "problemas" con la mayoría de las "sectas" o divisiones religiosas de la "religión" que heredé de mis padres. Esto se agrava cuando dicha "secta" o "grupo religioso" tiende a hacer despliegues de arte y animosa fé que para mi gusto rayan en lo fanático y lo ridículo.

Pasado este trago amargo que son las explicaciones semi-innecesarias, procedo ahora a mencionar que por motivos de salud y seguridad de mi abuela, debo ir con ella a todas partes (al menos fuera de casa), lo cual me convierte en la "invitada obligada" de todos sus eventos (que para mi buena suerte no son demasiados).

Claro, mis queridos lectores... se preguntarán porqué soy tan renuente a mi labor. Verán, me he acostumbrado durante años a ir y venir sola a mi entero gusto (o casi), dependiendo lo menos posible de otra persona para definir mi estadía en cierto lugar o el destino de mis salidas. Y esta nueva condición, aunque amorosamente aceptada, no deja de serme insufrible en ocasiones como ésta.

Como quienes me conocen ya se habrán dado cuenta, no suelo ir a fiestas. Primero, porque casi no me invitan a ellas, y luego porque casi siempre que voy me quedo toda la noche sentada en mi mesa... destinando mi atención a la comida, la bebida o a la tertulia.

Todo esto no sólo como producto de mi ocio, sino también de mi escasa habilidad para el baile. Sí, tal y como lo están leyendo: no sé bailar.

El motivo de esto se remonta a mi infancia, cuando mis padres me llevaban con ellos a fiestas, en las que prefería jugar son otros niños a bailar... y mientras mi padre no era del tipo que saca a bailar a nadie (ni siquiera a su esposa) me quedé acostumbrada a no participar de tal actividad. Después llegó mi adolescencia, y la falta de "permisos" y "alcahuetes" para asistir a fiestas me quitaron toda oportunidad propicia para practicar mis ya de por sí torpes imitaciones de baile.

Con esto de no saber bailar, viene obligadamente una larga estadía en la mesa, que me provoca el observar cada defecto de la misma, desde el menú hasta la apariencia de los invitados en general... y por último, la música.

Y es aquí donde más sufro. Por más que he tratado de acostumbrarme a la música que tanto odio, simplemente no puedo. En serio, no puedo escuchar más de 3 cumbias, salsas, norteñas, etc... (de reggaetón no quiero escuchar ni una sola canción completa) sin exhasperarme y desear levantarme en el acto de mi asiento y salir huyendo de tan horrendo estruendo.

Por extraño que parezca, ese tipo de música (incluyendo las rancheras y las de Juan Gabriel) inmediatamente lastiman mis oídos y comienzan progresivamente a provocarme un fuerte dolor de cabeza (después de varias horas, claro está)

La única cura que he encontrado es la de encontrar alguien con suficiente buen ánimo y paciencia como para bailar conmigo. Por alguna extraña razón, el simple hecho de bailar me anima y me hace menos pesada la música de ese tipo.

Pero de nuevo, hay nuevas quejas de mi parte. Y la verdad pienso que están, hasta cierto punto, justificadas. En verdad ODIO que haya personas a quienes "comisionen" "voluntariamente a la fuerza" a "sacarme a bailar", "para que no se quede sola, sentada y aburrida".

Quienes me conocen mejor adivinarán inmediatamente el motivo de mi disgusto. Y para quienes se sigan preguntando el porqué, se los explico a continuación: Me fastidia que la gente me tenga lástima, pues para mí es tanto como si me ofendieran.

Qué acaso creen que no puedo conseguir quien quiera bailar conmigo?... Já... si hubiese querido bailar desde un principio, no necesitaría de nadie que me llevara a la pista de baile!, simplemente iría por mi propio pié, o invitaría a alguien a bailar conmigo.

Pero en un lugar donde ninguno de los presentes me agrada... claro que no voy a sacar a nadie a bailar!!!!... no soy tonta!!!... (verme bailar es algo así como un privilegio)

Y no es porque sea solamente una engreída con un ego enorme... noooo. En realidad es también porque creo que la manera en que logro bailar termina resultando sutilmente provocativa. Así que prefiero bailar con alguien que me inspire confianza a bailar con alguien de quien no sé qué reacciones esperar.

Dicho todo esto, concluyo este post con en resumen de los hechos:

Pasé más de 7 horas forzosas en una fiesta a la que no quería ir, escuchando música que me disgusta, interpretada a todo volumen sin llevar pareja de baile... y lo peor de todo es que de no haber sido indispensable mi presencia en tan horrendo evento, habría podido salir con mi novio y tal vez hasta haber celebrado con justa anticipación nuestro tercer aniversario!!!


Como ya me he desahogado... sólo me resta agradecer su atención, mis queridos lectores, prometerles un mejor contenido en el próximo post e ir a comerme un chocolate.

BYTES!!!

FELICIA.

1 comentario:

  1. Con razón me querías llevar a mi a la fiesta!!!! Jajajaja. Buena crónica y paciencia mi querida Saltamontes...

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