lunes, 15 de julio de 2013

Revisitando...

Pues, de nuevo heme aquí derramando en letras mis tragedias personales.

Curiosamente, pareciera que me fluyen con mas urgencia y naturalidad que las historias que voy creando al paso del tiempo.

En fin...

De nuevo, haberme levantado y luchar por lo que amo... y de nuevo, ser vencida por una voluntad ajena a la mía.

Todas las palabras se hacen confusas, las que dijo, en qué orden, en qué momento...

Sólo recuerdo bien que teníamos la intención de estudiar para un examen. Era una amteria relativamente sencilla. Le había ofrecido desinteresadamente mi ayuda para ello y en algún punto, después que entramos a la casa, me preguntó si podía abrazarme.

Un UNIVERSO de cosas se removían intuietas en mi interior en ese momento.

De las pocas que puedo nombrar con claridad, estaba mi deseo imperioso y contenido de abrazarlo, de tocarlo... de sentirlo cercano a mí, como siempre, como mi amado. Por otro lado, estaba aquella fuerza autoprotectora, el miedo. Ese miedo que me contenpia, que me advertía con urgencia que huyera. Finalmente, la razón hizo su aparición para mediar en mi turbulenta mente y en la marejada de sentimientos que me invadían.

Le pregunté el motivo de su pregunta. En algún momento le mencioné que quizás quería abrazarme sólo por costumbre, que yo entendía que lo había acostumbrado a tenerme cerca y que probablemente era algo sin demasiada importancia para él.

Él respondión que no... que había más que costumbre, impulso o instinto involucrados.

Lloramos. Yo tratando de explicarle que no quiero negarle nada y él tratando de explicarme que temía perderme.

Justo en ese momento, mi exhasperada razón pendó: "PUES NO ME PIERDAS, TAN FÁCIL COMO ESO"

Mi razón asumió en ese momento que él tenía todo lo necesario para conservarme, para amarme, para que lográramos alimentar y fortalecer este amor que nos había mantenido juntos durante años, a pesar de todo.

Nos reconciliamos, retomamos la relación y en algún momento, después de que ambos hubimos llorado conmovidos por nuestras emociones, le dije algo que rara vez me atrevía a decirle últimamente: "Te extrañé"

Y por una vez.... le dió gusto escucharlo.

Juro que no sé qué pasa en su cabeza... lo juro. Y a veces quisiera saberlo.

Luego de unos días maravillosos, comenzó a alejarse, como lo había heecho ya con anterioridad.

Parecía que de nuevo yo me convertía en alguna pesada carga, una actividad forzosa que resultaba cansina, carente de mayor aliciente o motivación para realizarla.

La manera en que su mirada se desviaba hacia otras figuras femeninas no sólo me causaba rechazo, sino que obligaba a mi intuición a gritarme que algo andaba mal... de nuevo.

Hasta que llegó un día en que saldríamos con amigos en común... por algún motivo los amigos cancelaron y luego de ello, él me canceló a mí por preferir quedarse en casa a descansar.

no me molestó que necesitara descanso. Me molestó que el tiempo que estaba dispuesto a convivir con otros y conmigo, lo declinara cuando se trataba de estar a solas conmigo.

Me decidí entonces a olvidarme de mi enojo. Conversamos en alguna ocasión no mucho después de ello y mencionó que quería conseguir un regalo para mí. Tomé su iniciativa como una buena señal y en mi alegría sólo le mencioné que no lograba mantenerme enojada con él por mucho tiempo.

Mi intención era mostrarle de una manera distinta mi amor por él. En cambio, le sentí molesto, cansado de tener que hacer cosas por mí, por verme, etc.

La misma distancia y mas o menos los mismos inconvenientes tengo yo para verlo. Y no es por echar en cara nada, sólo por reconocer que entiendo algunas cosas, como que sea pesado pasar alrededor de una hora en la calle para llegar a casa de quien amas, o hacer  el esfuerzo de hacer el recorrido en bicicleta, etc.

Son cosas que por sí mismas a veces no son nada cómodas. Pero para mí, hacer alguna de ellas era algo que bien podía llevar a cabo con tal de pasar tiempo con él.

Le llovió trabajo a cántaros y se vió ocupado en demasía. Preferí darle tiempo y comencé a dejar de llamarle y buscarlo. Prefería no molestarlo.

Si me hablaba, le contestaba, trataba de no ser demasiado extensa aunque moría por tener conversaciones más largas con él... y cuando tardaba en responder, asumeindo que estuviera ocupado trabajando, cortaba la conversación con una amable excusa para dejarle trabajar en paz.

Mi intención no fué dezcuidar la rewlación, sino dejarle cuanto aire necesitara para respirar.

Pero al parecer, aún mis incipientes y desvanecidos enojos fueron motivo de incomodidad para él.

Luego de alejarme un tiempo, habiendo llegado el momento de recibir un pago por un trabajo realizado, me invitó a salir.

Llegamos ambos un poco tarde, yo llegué antes. Durante los minutos que lo esperé, una sensación profundamente ominosa me invadió. Mi intuición me preguntaba: Y si esta es la última cita? y si ya se decidió a dejarte y sólo hace un último esfuerzo, aunque sea sólo por pagarte lo que te corresponde del trabajo?

Hice a un lado la idea... tuve que hacerlo varias veces, pues era un algo recurrente.

Además, ya no sólo tenía en contra a lo que fuera que lo había alejado de mí antes... sino que sus padres y hasta su mejor amigo no veían con buenos ojos nuestra relación.

Tal cosa no habría sido tan importante, si él no pareciera esgrimirla como excusa, y cada vez con más frecuencia.

Finalmente llegó, corriendo tras de mí y abrazándome con esa calidez que me hizo enamorarme de él, esa maravillosa sensación que me hacía sentir que había encontrado ese lugar a donde yo finalmente pértenecía y donde todo estaba bien, aunque el mundo se cayera a pedazos.

Pasamos una velada divertida en un cafecito muy agradable. Me llevó a casa y se quedó a dormir. Aún la intimidad fué altamente disfrutable. Fué cariñoso y me besó como hacía tiempo no lo hacía.

Yo no cabía en mí de felicidad. Parecía que mi distanciamiento había tenido un efecto positivo en su ánimo. Por poco y se me olvidaba que antes de traerme a casa, pasamos a su casa y me dejó esperando en el jardín -supongo para que sus padres no me vieran -y por ominoso que me pareciera el asunto-, en sus detalles cariñosos lo dejé pasar casi desapercibido.

A la mañana siguiente me llevó a desayunar, cosa que no hacía regularmente. Poco después de entrar al restaurante fué al baño y tardó bastante. No sé cuánto tiempo esperé, pero se me hizo eterno.

Me pregunté varias veces si no estaría pasando algo raro, si no estaría al teléfono con alguien o tantas tonterías provocadas por la inseguridad de haber sido abandonada por él con anterioridad...

Finalmente regresó y desayunamos. La pasamos bien, pero lo noté inwuieto y le atribuí su inquietud a las muchas cosas que él tenía por hacer durante el día.

Le acompañé a un trámite en un lugar cuya ubicación él desconocía, pero que yo veía con cierta cotodoaneidad en el recorrido de vuelta a casa en el transporte público.

De allí caminamos un rato, y me dió la sensacióin de que nuestras actividades nos separaban de nuevo. Por alguna extyraña razón sentía el impulso de acompañarle, se pasar algo más de tiempo a su lado... esa sensación que parece decir a gritos que no hay mañana.

Finalmente nos despedimos cuando él tomó su transporte. Sentí más apropiado, para no incomodarlo, darle un beso en la mejilla. Aún así, en esa despedida, lo sentí distante.

Curiosamente, antes de partir, mientras caminábamos, le pregunté cómo se la había pasado conmigo, me respondió que había pasado un buen rato y le respondí que ello me alegraba. Me dijo entonces que se alegraba de haber pasado al menos un rato conmigo.

Días después, al leer una frase escrita por él, poco después que la escribiera, me provocó tantas cosas.... ansieded, desesperación, esa sinrazón de lo absurdo....de lo inesperado que se vuelve fulminante, suando sabes que tue ilusiones se mueren de un solo golpe, negándose a morir...

en resumen, escribió que nuestra relación no estaba funcionando.

Me pareció altament eilógico. Cómo se puede decir eso después de una cita perfecta? (léase en mayúsculas y seguido de cuantos signos de interrogación y admiración sean necesarios para darle un efecto que no creo poder transcribir en caracteres)

Habló conmigo... me explicó nuevamente que me amaba, pero como ama a sus mejores amigos y no de manera romántica. Que se recordó durante la cita besarme apropiadamente, pues no le nacía hacerlo, que aunque la intimidad conmigo era físicamente satisfactoria, ya no sentía una conexión conmigo y eso terminaba por hacerlo sentir mal. Quizás incómodo, quizás culpable, quizás... no lo sé.

Me dijo que al principio me amaba, que en aquel entonces quizá estaba cansado de buscar, que yo era la mejor y que él deseaba entonces que yo fuera a quien él buscaba...


Recuerdo perfectamente todas las señales y todas las cosas que,  pesar de mi desconfoianza por haber sido herida con anterioridad por otras personas y viviencias, me llevaron a confiar en él y amarlo como lo amo.

Yo lo elegí como mi pareja, para toda la vida, sabiendo que podría ser que él no me eligiera, pero con la certeza de que su intención era amarme como yo lo amara.... que quería que fuéramos pareja y funcionáramos.

Yo por dentro moría de sinrazón, de ansiedad, miedo e indignación. Creía haberle dejado en claro que no me debía nada, que jamás había querido ser nada negativo en su vida y que nunca tendría que forzarse a sí mismo a hacer por mí nada que no deseara hacer....

Todos mis miedos antiguos me revisitaron.

Todos los rostros que me habían rechazado antes volvían a mi mente, uno por uno, con sus burlas, sus motivos para recordarme lo insuficiente que era... para decirme que aún no soy ni siquiera suficiente...

Las mil voces que me recordaban la carga que soy... empezando por mi existencia.

Aquella vorágine de rechazo, hastío y abandono.

Todo aquello que había enterrado, a través de mi ira, mi indignación, mi apatía y luego.... a través del amor que sentí.

El único sueño que no había abandonado, el que protegí con todo lo que pude, con todo mi ser... se desmoronaba frente a mí. Y yo sin poder hacer nada para salvarle.

Tanto amor desperdiciado....

Tanto tiempo que pasamos juntos, soñando, construyendo, ayudándonos el uno al otro, compartiendo...

Poder ser tan increíblemente hermosa, agradable, atractiva, divertida y mil cosas más... poder incluso relajarle entre mis brazos, liberarle de las presiones que acumulaba por su actividad... poder darle un poco de paz.... y todo para que al final, se forzara a sentir lo que no siente, y con ello a sentir alguna forma de rechazo por mí, aún teniéndolo todo para ser felices....

Tuvimos lo que tantos otros sueñan lograr, lo que muchos habían desperdiciado por mucho menos...

Él sabe que jamás lo abandonaría, por nada. Yo también quiero casarme una sola vez, y para toda la vida... y lo había elegido a él. Incluso llegué a amarlo de una manera tan completa, que no quiero cambiar nada de él, que lo amo tal y como es, que soy capaz de lo que sea necesario para que seamos felices.... que incluso veía, al cerrar mis ojos, con claridad, alegría y paz, una vida juntos.

No bastaba mi incansable voluntad, ni la suya, no bastaba el amor que le tengo, ni el que me tuviera, no bastaba nada.... parecía que aquella fría y cruel voz en mi cabeza estaba en locierto, repitiendo.... mira de nuevo lo que nunca tendrás, mira la vida pasar, mira el mundo cambiar, porque estarás sola, sin lugar alguno para ti.

Nadie muere de amor.

O al menos nunca he visto un certificado de defunción que cite tal cosa como la causa de muerte.

No me explico cómo pasó... cómo se le olvidó el amor que nos unió, las ilusiones...

No me explico cómo fué capaz de forzarse a hacer algo por mí.

No me lo explico sin pensar que hay alguna influencia ajena a él y a mí que no quier vernos juntos ni felices.

aunque, claro, siempre es más sencillo echarle la culpa a algo más. Siempre es más sencillo creer que aun hay alguna solución... que aceptar que todo haya rerminado.

Y aún así, a veces me ha escrito, tratando de ayudarme laboralmente, y posiblemente en lo económico.

No me explico de dónde, a pesar de haber terminado, a pesar de lo que pasó... de dónde aún le queda esa iniciativa por cuidar de mí.

La verdad práctica es que no nos necesitamos. Hemos vivido muchos años uno sin el otro y podemos vivir separados.

Entonces, porqué buscarnos?

Yo sigo creyendo y sintoendo que nos buscamos por amor. Por un amor romántico, que en sí mismo incluye un amor de familia, de cómplices, amigos, compañeros y tantas otras cosas más...

Entiendo que la vida moderna es tensionante, que la situación que nos rodea a cada uno está lejos de ser lo que considerásemos cómodo o ideal... que muchas cosas se ven difíciles, oscuras y a veces un tanto imposibles....


Entiendo que la vida no es color de rosa ni sabe a miel sobre hojuelas todo el tiempo.

Pero, de allí a renunciar del todo a la felicidad que lograríamos?

Yo no puedo.

Si lo hiciera, acabaría como mi madre, un ser al que veo andar gris y triste por la vida, una vida en la que ya nada la emociona de verdad, en la que cada sonrisa es un acto de generosidad para con los demás, para evitar preocuparles con su insondable e inagotable cansancio y tristeza.

Yo no quiero una vida sin ilusiones, pero... la última que me queda viva... la última que protegí con cuanto pude... parece irse muriendo.

Y yo, por dentro, con ella

La única esperanza que me queda es el futuro.

Ya que tengo muy claro y de muchas maneras, que es él a quien amo. Y que con él está mi lugar....

Y que lo único contra lo que no me atrevo, ni puedo luchar, es contra su voluntad.

Y para completar el ciclo de lo incomprensible... tampoco entiendo porqué siento con tanta certeza que me llama, que me necesita, que me ama... y siento como si fuera una voz desgarradora, ahogándose en una vorágine de lo que hay en su interior... de lo que nunca me habla y probablemente no me hablará jamás.

Quizás, al perder esta, otra de mis ya no sé cuántas vidas de gato que me quedan (si es que aún me queda alguna), he perdido la escasa razón que me quedaba.

Me encuentro en un ciclo raro desprovisto de motivaciones, en el que mis lágrimas de acompañan al dormir, al despertar, y durante el día.

Tal vez en agún punto lo perdí, y no me dí cuenta, tan como en esa última cita no me dí cuenta de lo infeliz que él estaba a mi lado....

Tal vez, el hombre que me amó, murió ahogado en el mundo que dejó en pié al hombre que no me ama.

Al hombre que, curiosamente, pareciera no poder soportar escuchar lo que dice mi corazón, ni decirme de frente lo que siente el suyo.

Y en lugar de enojarme, tan sólo alcanzo a indignarme, antes de que el dolor me vuelva a ahogar por dentro en lágrimas por derramar, en un mar de tristeza que parece no tener fin, hasta que me sea devuelto el hombre que amo... y que me amaba.

Me siento como si  se me hibuera dado algún objeto significativo, del cual no tengo conciencia, y de me hubiese echado a un ambiente en blanco, vacío, desprovisto de cualquier sentido de dirección o referencia alguna... me siento como flotando en la nada, yendo hacia la nada y logrando nada.....

Siento lo que se siente cuando ya nada tiene sentido.

Y como nadie muere de amor, supongo me repondré de esto, de alguna manera. Habrá que darle tiempo al tiempo y ver qué pasa. No sé a dónde voy, y muchas veces no sé ni qué hago...

sólo espero no volverme de piedra, no ser una cosa triste y gris que no tiene ya motivos para sonreír de veras... una cosa que espera pacientemente el final... el final que no llega.


Quizás un día pueda leer esto y reírme, quizás un día sea feliz.

Quizás... pero no lo creo.

Escribo todo esto sólo para desahogar mi memoria y evitar olvidar algo que pudoiera ser importante.

quien sabe si un día lo olvide, como ya he olvidado tantas cosas.

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