miércoles, 11 de julio de 2012

Causa y Consecuencia

Pensando de nuevo, vuelvo a una antigua idea.

Más que nada, está inspirada por la propia molestia, la incomodidad de la inconformidad de la actual circunstancia en la que me encuentro.

Y una vez más, la balanza cómo veo las cosas tiene más costos que beneficios. Lo cual, francamente, es incómodo.

Y como es natural en mí, simplemente busco un nicho de comodidad antes que el sobre-esfuerzo por cambiar mi entorno. O peor aún, cambiarme a mí... aunque supongo cambio cosas de mí en ese proceso que bien puede ser llamado conformista.

Supongo con los años, en algún punto, ante mi propia impotencia, aprendí a mentirme, a auto-convencerme y hacerme alguna especie de lavado de cerebro,  que sólo tiene efecto cuando coincide en encontrar el modo de tenerme lo más cómoda posible.

Y ese derrotismo, a dónde me ha llevado?.

Y a dónde me llevaría mi voluntariosa voluntad?

Son dos preguntas que, según mi lógica, quedan cada una de un lado de una balanza, donde he de seguir a la que me deje en la situación más provechosa y cómoda para mí.

Y sí, soy así de egoísta de ponerme a mí antes que a los demás.

Por qué?.

Jejeje, pues simplemente porque no es labor de nadie más que mía el cuidar de mí y de mi confort. Como supongo lo es de todo el mundo. Ya si después de ello me queda energía, veré por los demás. Después de todo, "nadie va a hacer por ti lo que no hagas tú" y "no puedes dar lo que no tienes" son dos frases llenas de sabiduría.

Y cómo llegar a la compasión y la generosidad si no está uno mismo bien del todo?.

Obvio, llevo encima mil señales de ello. Pero para estar del todo bien aún me falta un largo camino. Por ende, supongo que el camino para estar en paz con el mundo es aún más largo.

Sé que siempre he sido distinta a lo común. Ha sido mi propia ambición, deseo y probablemente hasta mi marca, lo que me caracteriza. Y por ser diferente e insistir en ello, me he buscado mil desavenencias con mil seres. Y mi voluntad es más fuerte... casi tan fuerte como el dolor que a veces llego a sentir.

Supongo desde afuera se ve estúpido que alguien choque con un muro repetidas veces, tratando de traspasarlo. Supongo se ve estúpido cuando en verdad te has comprado la idea de que el muro es impenetrable. Y supongo quien se estrella contra el muro en verdad cree que va a pasar más allá de él.

Quizás es condición humana. Y al menos me he desensibilizado en mucho del dolor... a costa de restarle valor emocional a muchas cosas... e incluso de restarles valor en la escala de las cosas que me importan.

En la vida he dejado metas , cosas y personas que me eran importantes, las he dejado atrás o fuera de mi horizonte. Y aún me parece tonto que me importen ciertas cosas y personas cuando me duelen por algún motivo que termino considerando estúpido.

He dejado atrás sueños, amistades, proyectos.... familia, y otras cosas y seres que me han importado. Y últimamente, cada que hago algo así recuerdo la antigua fábula de la zorra y las uvas. Y es entonces que me pregunto... sólo les dejo atrás, fuera de mis objetivos, porque no les alcanzo?, es así de simple?.

O es que en realidad hay alguna sabiduría básica y oculta en ello?... acaso no es uno de algún modo menos infeliz por dejar de perseguir lo que va a seguir huyendo? o lo que no se consigue?.

Supongo debe haber algún punto de equilibrio. Algún punto donde sea sabio dejar de luchar y otro donde sea sabio ir a por ello. Y creo que es sano para mí cuando aún puedo alcanzar aquello que quiero, cuando aún hay muestras de parte de la meta o persona de que hay voluntad de que le alcance, sin que sea necesariamente el engaño del caballo y la zanahoria (el cual odio con todas mis fuerzas).

Supongo siempre he tenido problemas con el borreguismo y con mi tendencia a salirme del "huacal", a hacer las cosas de un modo efectivo, aunque no siempre sea aprobado o guste a los demás. Y siempre, inevitablemente he entrado en conflicto por ello. Porque aún  hay personas que no han aceptado que no pienso ni quiero ni voy a cambiar para ser lo que no soy, lo que desean que sea.

Y curiosamente por eso mismo creo que entiendo a quienes veo tienen una problemática similar.

Siempre ha sido más sencillo para mí sólo irme y dejar allí al problema que no voy a resolver por estar ahí o por ser quien soy y de la manera que soy. Supongo de nada sirve estar donde y cómo sólo contribuyo a ser parte del problema y no de la solución, aunque muchas veces las soluciones me parecen "demasiado esfuerzo por muy poca recompensa".

Son pocas las ocasiones en las que insisto demasiado, generalmente es por que me importa demasiado.... o al menos más de lo que mi incomodidad me pudiese afectar.... o eso creo.

Rara vez insisto en que se haga lo que considero "justicia" en cuanto a mí. Es mucho más fácil abandonar la situación y mucho menos desgastante.

Pero cuando lo hago, jeje... no hay poder humano que me detenga, sin importar lo que suceda. No quisiera pasar encima de los demás tan seguido o en todo, aunque quizás debiera hacerlo para cosas mil veces más trascendentales y no sólo por capricho.

Supongo al final lo único en lo que insisto es en algún berrinche no superado. Algo que traigo desde hace muchos años y que quizás sólo enterré por no buscar cómo darle salida. Y cuando la salida apareció y se cimentó, pues, ni cómo renunciar al poder que otorga la liberación.

Pero, cambiando de tema... y tomando la manera de ventilar las cosas como punto de partida, puedo hablar de algo distinto.

Me pienso como una especie de isla, un ente aislado, no sólo por convicción propia, sino por propia naturaleza y circunstancia.

Nací sola, en mucho he estado sola y terminaré sola, como todos. No significa que me sienta sola. Sé que a mi alrededor hay personas que cuidan de mí, que me quieren y desean lo que creen es mejor para mí. Y agradezco tener tan buena suerte y gente así en mi vida. Pero eso no me hace igual, no del todo.

No me pesa la solitariedad en la que me encuentro... al menos no lo suficiente como para cambiarla. Me encuentro mejor sola, que haciendo lo imposible por gustar y ser aceptada. Prefiero gustar por lo que sea que soy y no por lo que pretenda ser. Y es esa hipocresía de actuar distinto lo que aparece para quien no merece saber la verdad, ya sea por circunstancia o por méritos (o ambos).

Quienes me conocen saben lo difícil que es confiar en mí o creerme. Porque en mucho depende de su percepción de quién soy. Me encanta la privacidad de mi mente, donde sólo yo sé lo que sólo yo debo saber, y me intimida que haya quien sepa hasta lo que voy a pensar, porque eso me resta el único poder del conocimiento que poseo, mi privacidad, mi escasa capacidad de sorprender.

Me gustan mis secretos, mis mundos interiores... mis ideas y soluciones... mis sueños. Al menos en ellos, el mundo es MI mundo, como a mí me gusta. Y supongo es una realidad para muchas personas, el poseer SU mundo en su cabeza, jeje... quizás sea el sueño de los tontos, pero he de reconocer el poder de atracción que tiene.

Pero del mismo modo, poco a poco he ido aprendiendo que no puedo contar con nadie que no sea yo misma, que no puedo atenerme a nadie, (aunque he de reconocer que muy pocas personas, con amor, perseverancia y constancia infinitos, han conseguido que me sienta en confianza de pensar que puedo contar con su apoyo). Y en vista de que la mayoría del mundo no está para apoyarme, he contemplado la necesidad de pensar lo contrario. Quizás no lo hagan con la intención de dañarme, pero si no van a ayudarme, van a perjudicarme... o al menos a obstaculizar lo que haga. Ya sea por conflictos de intereses, por necesidad, o simplemente porque ni saben lo que hago, ni tienen porqué adivinarlo o porque no tienen siquiera motivos para que les importe.

Y en mucho es una realidad en el país. La unidad entre personas de la misma calle es difícil. Cada cual tiene su propia problemática e intereses, y cada cual tiene que salvaguardar lo suyo. Supongo es ley de vida, así que en vez de pelearme con ello, mejor me adapto, y sin entrar del todo al conflicto, simplemente haré mi senda.

La escasa sensbilidad que me permito, para que no me duelan las cosas y personas, a veces me permite un poco de generosidad y buscar el modo en que mi senda no obstaculice otras. Y normalmente no espero ni siquiera agradecimiento por ello la mayor parte del tiempo, pero cuando alguien y/o algo me importa, espero no me persiga por mis decisiones.

Lo cual me trae ahora a otro tema.

De entre las muy escasas personas que me importan, mi familia inmediata tiene un lugar muy importante. Y algo que me duele mucho es la manera en que por coerción de un medio externo, terminan externando una desaprobación general. Aún me queda un camino un tanto largo para aprender a lograr que la expresión de su desilusión por mis decisiones y sus consecuencias no me duela... me duele porque en lo profundo siento que deberían de ser las primeras personas en salir a defender mi manera de ser diferente ante otros, siquiera por cariño. Pero en verdad, por una responsabilidad extraña que no entiendo del todo (que siempre usan de motivo cuando vienen a hacerme reclamos) siempre termino siendo juzgada de modo reprobatorio por aquello que decido hacer de un modo distinto.

Sé que han vivido otros tiempos y de otro modo, sé que sus experiencias les claman por los beneficios de la aprobación de otros... que no saben vivir más que en una sociedad que considero codependiente.... pero sé que puedo vivir de otra manera... una an la que soy más libre (o eso creo).

Quizás son fantasías y sueños de alguien que está loco.

Y sí, ESTOY LOCA!. Y disfruto de mi locura a cada momento :)

Sobre todo porque, en mucho, me hace feliz.

He de saber que si muchas cosas me hacen infeliz es porque elijo que así sea. Quizás es el consuelo de los tontos, pero me parece más lógico y natural reconocer eso que querer cambiar para complacer a todos y a través de la aprobación general, buscar una felicidad que cuesta demasiado mantener. Y que el mismo principio puede ser aplicado a los demás. Que cada quien es responsable de lo que siente, y no puede responsabilizar a los demás por ello.

Casi siempre que hago algo que no quiero hacer, que no muestro lo que en verdad soy... es un reflejo de lo mucho que desconfío... de casi todo y de casi todos. Es raro que sea honesta... o mejor dicho, que considere seguro el serlo. De todas formas, casi siempre no sirve de nada y termina por darle armas a otros para terminar convirtiéndose en obstáculo para  lo que quiero. Como no hay nadie más que yo que deba velar por lo que quiero, no puedo confiar en casi nadie que no sea yo.

Y sí, a veces quiero amigos, familia, cómplices, personas con quienes compartir esfuerzo, voluntad, proyectos... pero despierto, abro los ojos, y me doy cuenta que para eso estoy solo yo... Sería mucho más estúpido pretender que otros quieran lo que yo quiero como yo quiero, y para mí.

Poco a poco he dejado de esperar que haya quién me defienda, quién me cuide, quién me ayude.... y en su lugar he creído, con cada vez más fuerza, que habrá lo contrario (aunque no necesariamente porque sólo busquen perjudicarme). Por ello ando como "El caballero de la armadura oxidada"... siempre con la brillante armadura puesta, mirando en todas direcciones y partiendo en todos los caminos a la vez.

En resumen, vivo a la defensiva.

Y esto, muchas veces, colocará a muchas personas ante el filo de mis garras, dolientes porque he defendido lo que sólo yo debo defender. Y aún así... tan fácil que hubiera sido salieran del camino de ellas, antes que esgrimir sus reclamos como modo de hacerme sentir culpable. No... nunca más. No vuelvo a limar mis garras por no herir a quien se pone en el camino. Lo siento, prefiero el dolor ajeno al mío, sobre todo porque sé que sólo yo estaré para lamer y curar mis heridas. Y no quiero perder mi tiempo en ello.

Supongo debería olvidarme de alguno que otro de mis caprichos y continuar. Al fin y al cabo, no me hacen falta en lo absoluto, por eso son caprichos. Quizás debiera dejar ir alguna que otra promesa oxidada por el incumplimiento y dejar de buscar una justicia que no existe en un equilibrio que nunca hubo. Dejar de creer en alguna que otra Quimera por perseguir algo más realista.

Pero, como siempre, a veces alguna fracción de mi enorme idealismo me gana, aunque lograr tal ideal signifique tener que depender de más personas que yo misma.

En serio, no creo en las relaciones humana, y mucho menos que sean perfectas, ya que el mismo ser humano es imperfecto. Y sólo la constancia y el común acuerdo, mientras dure la voluntad de llevarlo a cabo, dirá cuánto duren las cosas.

Quizás, al final, una antigua idea que tuve alguna vez sea cierta. Los seres humanos, por el sólo hecho de existir, somos un cúmulo de problemas... que sólo nosotros mismos debemos resolver, a nuestra propia satisfacción, con nuestros propios medios y métodos... y tal vez sea así como en verdad aprendemos.

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