miércoles, 20 de septiembre de 2023

Capitulo 1 - Dream (Sueño)

El tiempo lejos del Instituto había pasado en un abrir y cerrar de ojos. Aunque ella se mirase al espejo y tuviera apenas unos años más encima, se reconocía a sí misma, con su mirada intensa y su sonrisa segura, casi un poco confiada.

Aquella mañana el sol era particularmente brillante y el calor de los días que transicionan de primavera al verano era particularmente intenso.

Se levantó de la cama, tomó un baño para refrescarse, se vistió, alistó su ropa de trabajo y se dirigió al pequeño cafe que habia abierto, con un poco de dinero y mucho y constante esfuerzo.

Se había asociado con su el compañero de cuarto con el que llevaba ya años viviendo, cada cual en una habitación de la no muy espaciosa, pero acogedora casa que compartían. Los años habían pasado en un abrir y cerrar de ojos, y el pequeño café había comenzado a tener algunos clientes regulares, y algo de reconocimiento en la comunidad donde ella había vivido durante este tiempo.

Para el observador casual de entre los clientes del café, paciera como si las habilidades de servicio de ella fueren cosa de su crianza en casa, y no el resultado de una elaborada formación como sirviente de alta categoría, por la forma tan relajada y hogareña en la que ella se desenvolvía en sus actividades en la barra.

Su compañero y socio dirigía y ayudaba en la cocina, mientras que ella supervisaba a los meseros y a la anfitriona. Habían desarrollado una dinámica coordinada al paso del tiempo, compleja y fina como si se tratase de un reloj suizo. El pequeño café, llamado El Gato Negro", tenía una atmósfera cálida de bienvenida, y podía sentirse como un lugar tranquilo y seguro en donde disfrutar de un poco de tranquilidad, privacidad y seguridad.

El día transcurrió como lo hacía desde hace tiempo, en una ocupada serie de tareas, pequeñas conversaciones casuales con los clientes y el personal, las labores de aseo, cuentas y preparación para la semana siguiente. Al final, luego de cerrar, ella y su socio tomaron una ligera cena en una de las mesitas del jardín trasero, que reservaban para su uso personal.

"Nos vamos a casa?" le preguntó su socio. Ella dudó un instante, distraída al darse cuenta que, de repente, ya habían pasado años desde que ella saliera deshonrosameente del Instituto... el recuerdo que ella creía enterrado en su mente la tomó por sorpresa.

"Te alcanzaré después, hoy quiero caminar a casa. Ha sido un día caluroso y quiero despejarme"

Si socio asintió, por un breve instante la miró desconcertado y una sombra pasó por su mirada, desvaneciéndose de inmediato. Ella estaba tan ensimismada que no pudo notarlo. Él salió del café, abordó su auto y se fué.

 Ella permaneció en la mesita un momento más, disolviendo distraídamente un pequeño cubo de azúcar en su bebida, mientras su mente le llevaba por los años que habían pasado desde entonces. Las imágenes en su mente pasaban una tras de otra, como pequeñas escenas en el resumen de una serie: La noche en la que vagaba por las calles de Francia, caminando sobre las mojadas calles nocturnas, luego de la lluvia, ensimismada, sin rumbo. El momento en que distraída, chocara con un hombree vestido con un traje de color claro,quien calmadamente le preguntase si ella se encontraba bien. Una subsecuente cena juntos, mientras platicaban de sus anhelos y de su mutuo deseo de emprender un negocio propio. La invitación a compartir una casa y los consecuentes gastos. La inauguración de "El gato negro", los primeros clientes, cumpleaños, navidades, cenas de año nuevo, los primeros aniversarios del café que abrieron juntos, las experiencias cotidianas de los quehaceres, las noches de películas y series en el sofá, los eventuales juegos de mesa, la convivencia entre sus familias (lo que quedaba de la familia de ella, y la curiosa familia de él).

 Mientras caminaba a casa, ella cayó en cuenta de que había logrado, a base de mucho esfuerzo y a pesar de algunas peleas fuertes con su socio, una cierta tranquilidad y estabilidad, al grado en que casi había olvidado el Instituto, y todo lo que en él dejó atrás... 

Llegó a casa ya un poco entrada la noche. Entró procurando hacer el menor ruido posible, para no molestar o interrumpir a su socio mientras escribía en su laptop, como era su costumbre en estos días. Hace poco él se había decidido a tomarse con mayor seriedad su pasión por la escritura, y ella estaba contenta de verle practicar. Mientras ella sonreía con ternura, tocó suavemente a la puerta de la habitación de él."Ya estoy en casa, cenaré y luego me iré a la cama, descansa"

Luego de su breve saludo, del cual no esperaba respuesta, se preparó un té y salió a la banca/columpio que tenían en el pórtico, se sentó allí, cubierta por una suave y ligera manta, a admirar las estrellas. Mientras dejaba a su mente perderse en sus pensamientos, notó qu ella y su socio parecían una pareja casada hace mucho tiempo, y sin embargo,no podía evitar sentirse muy lejos de ello.

Si bien cohabitaban una casa y compartían un negocio, ella se sentía cada vez más sola, aislada, incomprendida... y había una sensación de vacío que ella no deseaba explorar, algo que le faltaba, desde hace mucho tiempo.

Tomó entre sus manos una novela oriental, de una de esas historias de reencarnación que recientemente se habían vuelto por demás populares, y que apenas hace poco había comenzado a leer, para familiarizarse con ese tipo de historias y entender un poco mejor los comentarios y consultas que de vez en cuando le hiciera su socio respecto a su nuevo escrito.

En su mente, los personajes de la novela cobraban vida, animados por su imaginación...

Un señor Feudal, vestido en una lujosa túnica negra con intrincados diseños, pintados y bordados delicadamente a mano, su cabello largo y lacio, cuidadosamente arreglado, le caía por los hombros y espalda. a unos pasos detrás de él se encontraba con una joven, cuyos vestidos carmesíes eran de una calidad visiblemente inferior y toscos en comparación. Ambos se encontraban en un jardín.Él en el pequeño y hermoso puente que atravesaba el riachuelo que dividía en dos al jardín. Ella sobre el camino empedrado que llevaba al puente. Él le daba la espalda a ella, y cuando le habló, su voz era su voz fría y llena de orgullo.

"Qué haces aquí?" Le preguntó a ella, con tono arrogante y exigiendo una respuesta.

"Vine a buscar una audiencia con Usted" le respondió, en tono decidido,pero respetuoso, sin abandonar la pose de reverente saludo que sostenía, con una rodilla al suelo y sin levantar la mirada.

"Qué es lo que quieres?" le preguntó dejando entrever la mezcla de fastidio y desdén que ella lee provocara, mientras se volvía para mirarla, enfadado.

Ella por fin elevó su mirada para cruzarla con la de él, en el rostro y los ojos de ella se adivinaba una profunda tristeza y el dolor que causaba la forma en que él la trataba, si acaso todo aquello pareciera enterrado por la neutralidad de su expresión.

"Vine a hablar contigo" le dijo con voz suave, levantándose con calma de su postura. "Tengo cosas que decirte" Su tono más bien parecía una confesión. Ella cerró el espacio entre ellos en unos pocos pasos que, aunque intencionales, no eras amenazantes. El gesto de él se volvió iracundo, elevó su voz con ira y le profirió reclamos, mostrando quizás si querer su orgullo herido por las faltas que procedió a reclamarle, desnudando su ego herido ante la pérdida que todo aquel incidente del pasado y sus complicadas ramificaciones implicaran para él, en la forma me la pérdida de prestigio resultante...

Ella recibió con calma y tristeza todos y cada uno de los hirientes dardos de sus acusaciones. En vez de defender su postura y sus acciones, dejó que el silencio la asumiese culpable.

"Quiero de ti a la persona que siempre has sido, cuando estamos solos..." Le dijo ella con ternura y cariño al oído, en un tono que sólo él podría haber escuchado. La sorpresa en los ojos de él, abiertos por un momento, dieron paso a la imagen de aquella escena, que se disolvía en una niebla conocida, mientras un aroma conocido se filtraba en su memoria y unas cálidas manos colocaban sobre su cuerpo el saco de un traje, al tiempo que la conocida y lejana voz se perdía en la niebla: "También te he extrañado. Buenas Noches, Mía"

Ella abrió los ojos, mientras la niebla de su sueño se dispersaba y la manta que se había echado encima caía al suelo. Su té hace tiempo que se había enfriado, y el libro qu leía yacía abierto sobre su pecho.

En un largo suspiro, antes de dirigirse a su habitación, ella tuvo que reconocer que su vacío tenía un nombre: Alexander Asriel Lanuit. Y que sin importar cuanto tratase ella de enterrar su pasado, su corazón nunca le olvidaba... y probablemente nunca lo haría.

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