lunes, 25 de septiembre de 2023

Capítulo 2 - Spiders (Arañas)

Con Octubre acercándose a la puerta, "El Gato Negro" se había vuelto, en los cierres de sus fines de semana, un alegre lugarcito donde su personal se reunía en breves juntas a planear, elegir y crear su menú de otoño, tomando en cuenta las festividades de la época que se avecinaba.

Desde las bebidas y postres con toques de calabaza y distintos tipos de chocolates y menta, hasta las exóticas creaciones de panadería y coctelería experimentales, con especias e ingredientes poco usuales. La decoración del lugar también era parte de los temas de dichas reuniones, e incluso planeaban un evento a modo de mascarada.

La planeación de todo esto representaba trabajo adicional para todo el personal del pequeño café, pero la emoción y alegría de las fiestas otoñales, suplían con ánimos la energía necesaria para dar ese pequeño extra de esfuerzo que hiciera realidad cada proyecto.

Esta era, quizás, la época más alegre del año en la que todo el personal se encontraba de turno al mismo tiempo. En las demás estaciones del año, los más jóvenes tomaban vacaciones de verano, en primavera algunos pedían algunos días de descanso para disfrutar del buen clima en sitios cercanos, y en invierno el café cerraba durante un tiempo para permitir a todo el personal despedir al año viejo y recibir al nuevo.

Este año, en particular, el proyecto de la mascarada tenía entusiasmado a todo el personal, que estaban ansiosos por mostrar su creatividad en el diseño de sus máscaras y atuendos. El socio y roomie de ella estaba particularmente interesado en un disfraz de pirata/bucanero, Algunos meseros pensaban en fantasmas, ogros, hombres lobo y otras creaturas... La hostess, las cocineras y barista planeaban disfraces de brujas, hadas, gitanas, súcubos, etc... Pero Ella súbitamente cambió su idea original de una simple dama de sociedad, por algo un poco más elaborado, cuando en medio de una reunión, por casualidad notó a detalle el descenso de una araña, particularmente oscura y algo mas grande y estilizada de lo usual, por una de las ventanas, dejando que el cristal reflejase en sigilosa armonía su imagen, revelando una curiosa marca en forma de reloj de arena, de brillante escarlata, en su vientre...

Sin alarmar al personal,ella se disculpó un momento para retocar su peinado y refrescarse, tomando una taza y una hoja de papel, y dirigiéndose a la ventana que se encontraba a algunos metros de donde se encontraba sentada, esperó pacientemente a que la araña llegase al suelo, para seguirla hasta la puerta. Pareciera que la araña se dejara guiar al baño de mujeres, y al mismo tiempo que estuviera guiándole a ella lejos del resto.

Con cuidado, Ella colocó la taza boca abajo sobre la araña, que en protesta solo había alcanzado a elevar sus paras delanteras, tratando de aparentar un mayor tamaño... y luego de encerrar a tan inusual arácnida, Ella deslizó la hoja de papel por debajo, girando el conjunto de ambos objetos y atrapando así a su inesperada visitante. Aunque en un principio su primera idea era privar de la vida a la araña, Ella decidió al final colocarla en un sitio más seguro, tanto para la araña como para las demás personas, en una esfera de cristal, que por dentro contenía una esfera adicional y hueca, y que, con un líquido traslucido y espeso, daba una interesante distorsión de la imagen, acentuada por los reflejos tornasol que la luz diera en la esfera.

Una Viuda Negra, renacentista y elegante, distinguida, seductora, misteriosa y silenciosamente peligrosa pensó para sí, mientras observaba a la araña recorrer su nueva prisión. Lo siento, pequeña. Tengo que asegurarme de que no seas peligrosa, antes de liberarte. Dejó entonces a la araña, feliz con su nueva idea de disfraz, volviendo a la reunión que ahora estaba por terminar. Redactaron la minuta del día y cerraron. Mientras su socio encendía el auto, ella cerraba las puertas y aseguraba las cerradura con candados. A lo lejos, notó unos pasos que andaban en una dirección cercana y le parecían extrañamente familiares en su ritmo y maneras... pero no recordaba de primera impresión el por qué. Fue la voz de su socio, llamándola a subir al auto, lo que la extrajo de su breve desconcierto, secuestrándole de vuelta a la realidad.

"Todo bien?" le preguntó su socio.

"Sí, solo estaba cerciorándome de que todo cerrara bien" le respondió ella, tratando de ocultar bajo una ensayada apariencia de cotidianidad, lo desconcertada que estaba por aquella súbita distracción.

"Vamos a casa. Luego de una cena y un par de episodios de nuestras series favoritas, seguro estarás mas relajada". La propuesta de su socio era buena. seguro estaría seguida de una cena con la consecuente charla de los disfraces de ellos para la mascarada y de pasajes del libro que él estaba escribiendo. Todo era hogareño, pero a ella le parecía cada vez mas ajeno.

La noche transcurrió sin mayor incidente. Antes e dormir, ella investigó un poco más la naturaleza de la que ahora fuese la involuntaria inquilina de su esfera decorativa, encontrando con alivio que no era ni realmente ponzoñosa ni letal al seer humano. Al día siguiente, ella se dirigió al café con la intención de liberar a su cautiva en un jardín cercano. Para su sorpresa, se encontró con una araña similar, sin el dibujo en el vientre, que la miraba desde el exterior de la ventana, pendiente a lo que sucediera con la araña cautiva.

Ella se decidió a encogerse de hombros y no indagar de más en tan curioso comportamiento, saliendo a liberar a la araña y cerrando de nuevo el café. Al levantarse y girar para alejarse de allí, un aroma conocido pasó por su nariz, sutil y efímero, dejándole inmóvil en su sitio durante el instante que le tomara reaccionar a ello... Su respiración se pausó un momento, y retornó poco después a su ritmo usual. Cambió entonces la dirección sutil del viento, y el aroma desapareció.

Los días pasaron como las gotas de agua que caen por los cristales en una tarde lluviosa: silenciosos y ágiles. Y el día de la mascarada había llegado. Había por doquier clientes conocidos, y clientes nuevos. l personal de "El Gato Negro" se había esmerado particularmente en su coordinación y eficiencia, para que a pesar de la cantidad inusual de clientes, algunos de pudieran turnar en pequeños descansos, a disfrutar del evento. Habían reacomodado las mesas del café, para crear una pequeña pista de baila al centro, con las mesas en las orillas, para dar una serena intimidad a los que estuviesen allí sentados. La iluminación con lámparas en forma de velas y un candelabro al centro, proporcionaban una atmósfera bohemia y romántica, casi nostálgica, que contribuía al ambiente antiguo del evento. Hasta los visitantes y clientes locales se habían esmerado en su presentación y arreglo, listos para el concursos de máscaras que tendría lugar ya entrada la noche.

Ella se había ataviado con un vestido negro y una media máscara que cubría su frente, ojos, pómulos y nariz, dejando al descubierto sus labios y barbilla. De la máscara pendía un velo de encaje negro, la obvia señal de una viuda o de una mujer en duelo. El vestido era largo, con los hombros y espalda descubiertos, acentuando por casualidad su figura en todos los lugares correctos. Su cabello estaba recogido en un ligeramente intrincado peinado, dejando al descubierto su cuello, adornado por una hermosa gargantilla fina con un cascabel de plata, con su nombre grabado en una bella y sutil caligrafía: Dinah Lune.

Ella lo había encontrado en un estuche elegante, que había guardado por años, desde que dejara el instituto, como una de las pocas y preciadas posesiones que había conservado todo este tiempo, si permitirse pensar en ello... y que ahora simplemente hacía juego de manera fina y acertada, con su disfraz.

Sus zapatillas negras y los guantes largos de terciopelo, al estilo antiguo, completaban el disfraz de Ella. Sin querer, atrapaba miradas y más de una vez escuchó al pasar un "quien es ella?" ya fuera con admiración, envidia o interés, o simple curiosidad.

Para lo que no estaba preparada era para que, a la entrada de un vals en la lista de reproducción del evento, desde su espalda, una mano tomara la suya con intencional y firme elegancia, con otra rodease de manera segura y posesiva su cintura, y al paso que le llevase a la pista de baile, le preguntara, con fingida naturalidad, como si fuera sólo por trámite:"Señorita Lune, me permite este baile?"

Su cuerpo se movía por sí mismo, entrando en una muy conocida manera de conducirse, tan natural como respirar y tan antigua como el tiempo, dejándose guiar suavemente por los movimientos de su inesperado compañero de baile. Recuperándose poco a poco y ganando terreno su conciencia, Ella fue elevando despacio la vista, buscando el rostro de su compañero de baile. Cada detalle le parecía más inverosímil que el anterior, desde su elegante traje, con las mancuerrnillas grabadas con el escudo familiar, el impecable arreglo de la camisa, chaleco y saco, la delicada y fragante rosa en su bolsillo del pecho, sus guantes, su cuidadosamente arreglado cabello, sujeto elegantemente con una sencilla cinta, y la encantadoramente demoníaca sonrisa en sus labios.

Temerosa de confirmar sus sospechas, tragó saliva nerviosamente, remojándose el labio por reflejo y mordiéndolo un poco, presa de lo incierto, mieras su corazón se detenía por un segundo, mismo que transcurría mientras su mirada ascendía lentamente por su elegante y sencilla máscara, adornada como la suya con una araña en un costado, en perfecto contraste de diseño y color, cual si las hubiesen hecho a juego. Se detuvo en sus ojos, oscuros y profundos, a punto de perder el aliento. La fuerza en su cuerpo la abandonó un breve instante en el que el la abrazó con firmeza y ella se aferró a sus hombro... lo que pasó inadvertido para los demás, que estaban ocupados en su propio disfrute de la fiesta.

Los labios de él encontraron la piel del hombro desnudo de ella, encendiéndola. "No me ha sido fácil encontrarle" le susurró él al oído. Ella no pudo evitar temblar en sus brazos, sintiendo a flor de piel todo lo que ella había pretendido enterrar junto con el Instituto en su pasado. Una lágrima amenazaba con escapar de sus ojos y poco después escapaba por su mejilla. Él, al notarla, se apresuró a besarla, posesivo hasta con sus muestras de emoción. Continuaron bailando en silencio, dejando que el vals permitiera que sus cuerpos hablaran en vez de sus palabras.

A la mente de Dinah volvieron las noches bajo la luna, en los jardines del Instituto, sus paseos nocturnos y aquella curiosa costumbre de Alexander, su amado Lord Lanuit, de decidir, inesperadamente, bailar allí con ella, al capricho de la música en su mente. Ella cerró los ojos un momento, disfrutando de la belleza nostálgica de sus recuerdos, reconociendo que sin saberlo,había sido muy feliz y había forjado recuerdos pequeños e inmesurablemente hermosos como ese. Nunca más, hasta ese momento, había experimentado nuevamente el baile de forma tan natural e íntima, y por un momento se descubrió sonriendo sin poder evitarlo, encantada de no sentir el vacío que desde hace tiempo le acompañara. Era ciertamente un efecto inesperado. Todo aquello era como estar soñando. Ella quería preguntarle tantas cosas... Pero la música paró, el vals había terminado. Él tomó la rosa del bolsillo en su pecho y se la entregó luego de besarla, un gesto tan natural y elegante que a nadie tomó por sorpresa, tomándolo como parte de su personaje en la mascarada, y desapareciendo entre los invitados y clientes.

Ella permaneció en silencio, volviendo poco a poco y por reflejo, a su ensayada naturalidad y a su rol de anfitriona, atendiendo nuevamente a sus invitados y clientes el resto de la velada, con la flor cuidadosamente colocada en la esfera donde estuviera antes la araña, a modo de moderno florero. Ahí le dejó toda la noche hasta el cierre de la mascarada, cuando todos se fueron a dormir y ella se quedó con su socio a cerrar cuentas y preparar las labores de limpieza para el día siguiente.

Ella se había colocado una chalina negra a los hombros, cubriéndose con ella también la espalda. "Te ves particularmente radiante y hermosa, a pesar de estar cansada" le dijo su socio para animarla. Ella instintivamente se cubrió un poco mas. "Gracias" le respondió ella, y él se acercó y como caballero la guió hacia el auto, llevándola a casa, cuidándola como quien cuida algo propio y cercano. Entraron cada cual a su cuarto, pero mientras él dormía tranquilo, ella en silencio repasaba lo ocurrido. Un pequeño y sutil dolor llamó su atención, en su hombro, donde Alexander la hubiere besado. Una vista al espejo, la mañana siguiente, le revelaría por qué, donde una marca rojiza, muestra de su posesivo amo, ahora reposara en su piel, impidiendo que olvidara lo acontecido y dejando a Dinah con mas preguntas que respuestas.

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