domingo, 9 de septiembre de 2012

Viaje Astral

Me veo en la necesidad de escribir esto, antes de que lo olvide.

Todo es curioso, como sacado de alguna película de animación o algo así.

Es misteriosos y enigmático.

De nuevo, en uno de mis locos desvelos temporales por insomnio, en una noche sin estrellas, soñé.

Soñé desde mi tristeza en mi despierta lucidez, serenándome poco a poco, preocupada por cómo me ve el mundo ahora que me falta el amor que creí sería mi "para siempre", hablando con el Universo en quedas palabras, buscando y pidiendo si infinitamente sabio consejo. Poco a poco me sumí en un profundo sueño, abrazando a Nova y a Micho, como todas las noches, en mi ahora solitaria cama. No sé si lo soñé o era verdad, pero cual vapor, pequeñas emanaciones de algún suave humo blanquecino se elevaban al infinito.

Dormí, y en aquel estado de suave trance soñé con un lugar que por alguna razón creí era un barco sobre un inmenso mar, donde muchas otras personas y yo seguíamos las instrucciones y consejos de un ex-militar, el cual era un hombre de fuertes músculos y ampla experiencia, que por alguna razón juzgué como un hombre sabio.

Nuestra actividad consistía en trepar hacia el cielo, a través de una bruma que de alzaba a pocos metros sobre nuestras cabezas.

Mientras otros lo hacían sin gran esfuerzo, cual trepando en cuerdas invisibles, yo me asía a una soga gruesa y resistente, que ligeramente serpenteaba hacia el infinito de la bóveda celeste. Era de noche, quizás ya bien entrada la Luna a su Cenit, aunque no podía verla, sólo se asomaban algunas estrellas, las más pequeñas, brillando tímidas, a observar la aventura de aquel grupo de personas, todos aventureros, encaramándose hacia el cielo.

El ascenso extrañamente me costó menos trabajo al subir por aquella cuerda que misteriosamente se movía sinuosa como serpiente, pero al mismo tiempo inofensiva y serena. Los demás me miraban con un tanto de aprehensión, cual si mi cuerda que inexplicablemente se erguía hacia el profundo cielo nocturno fuera a desplomarse sin razón alguna. Y yo confiaba, cual niña pequeña, con aquella fe y certeza que sólo dan la inocencia y el amor en ciega confianza.

Y mi cuerda no se desplomó.

Fui quizás de los primeros en llegar a una pequeña extensión de verde pasto que conocía bien. Era como una sabana diminuta, verde y alto pasto creciendo por doquier. Era la cima de aquella montaña de mi niñez, en la cual podía encaramarme a los árboles cuando era pequeña y sentirme libre y en paz, tanto como para dormir pequeñas siestas en las ramas de sus gigantes sabios y serenos, que cantaban al viento el murmullo de sus hojas, que me servían de mantra y canción de cuna. No necesitaba un Titanic. Desde aquellas pequeñas cimas yo me sentía la criatura que vencía al mundo que pretendía aprisionarme, robarme la libertad que me daba mi infantil imaginación.

.Sobre la verde y alta hierba descansaban por la orilla Sur, y hacia el Oriente, una manada de Leones jóvenes, machos y hembras por igual. La mayoría los rodeó con cuidado. Yo no. Yo, cual si fuera alguna encantadora de leones, me mezclé con ellos, a saludarles cariñosamente, cual si fuese una más de ellos, cual si nunca hubiera dejado de ser parte de aquella enorme manada.

Y apareció mi fiel compañera de casi toda mi vida joven. Mi adorada Manchas. Mi querida mascota que estaba conmigo siempre. Era ágil y feliz como en sus mejores días, alegra y cariñosa, sin miedos. Corría por la orilla de aquel lugar y luego hacia mí, jugando a las carreras como antaño lo hiciéramos cada noche, cuando llegaba de la escuela y salíamos a pasear. Los demás trataban a la manada con respeto y reverencia, cual si les temieran y no se atrevieran a siquiera incomodarles en su lugar de reposo.

Yo, en cambio, aunque sabía que se disponían a dormir y buscaban cada cual su lugar para descansar, me acerqué a las demás personas, pues me llamaba para irnos. Ya era hora de regresar. Me despedí cariñosamente de algunos de los leones que encontraba a mi paso, y aunque más de uno protestaba, ya fuera porque les interrumpiera al acurrucarse para dormir, o por mi partida, con cariñosas despedidas les calmaba.

Fue entonces que pensé: Esto ya lo he hecho antes.

Ni Manchas ni yo nos queríamos ir. Aunque sabíamos que debíamos hacerlo. No quería tampoco despedirme de ella, y curiosamente tampoco aparecieron en aquel viaje astral ninguno de mis gatos que alguna vez fueran mis mascotas. Darme cuenta de ello me entristeció un poco.

Desperté sobresaltada, pues percibí un aroma conocido: Pasta de dientes. Recordé me había cepillado los dientes en el baño antes de ir a dormir... y desperté sobresaltada, con la necesidad de escribir mi sueño antes de poder olvidarlo. Miré hacia mi ventana. Aún era de madrugada. Quizás no habrían pasado ni dos horas desde que me dormí.

Otra noche triste sin dormir, sin paz.

Pero sé que este sueño significaba algo, y mientras me acomodaba para dormir de nuevo, guardando en mi memoria cuanto pudiera de este sueño, me dí cuenta que sin mirar mi cuerpo, me sentía cual si habitara el cuerpo de una Leona, dispuesta a acurrucarse y dormir la necesaria y reparadora siesta, tranquila, cual si estuviera en mi territorio, mi dominio.

Pero sabía que en la realidad, yo ya no dominaba nada, que tan sola como me veía, todos me juzgaban pequeña e indefensa, digna de lástima, impotente ante un mundo que parecía devorar a quienes se quedan solos e indefensos... como yo.

Sabía nadie veía a la Leona en mi interior, que todos de alguna manera se compadecían e mi tristeza y abandono. Que todos, al igual que yo, querían verme en un dulce y seguro "para siempre"... aunque no lo dijeran textualmente.

Y soné de nuevo. Soñé que podía hacerle trampa al mundo y ser todo lo que no se supone que soy., acumulando documentos, información, experiencia, para mostrarles su error de juicio sobre mí y sobre mi circunstancia.

curiosamente ese sueño tampoco ayudó mucho.

Desperté de nuevo con el sol en mi cara, olvidada la sensación de la confiada y poderosa leona en mi cuerpo. El calor del Sol me incomodaba y su luz me ahuyentó, cual si no debiera yo de estar allí, cual si la noche, oscura, fría y nostálgica fuera mi verdadero elemento.

Me sorprende despertar tan temprano y no tener más que responsabilidades que atender. Rutinas. Cosas que me empeño en hacer con energía, si no con gusto, para mantenerme ocupada, para ser productiva...

Para no pensar ni sentir, en la medida de lo que me es posible, esta triste mezcla de incertidumbre, ansiedad y abandono que siento.

Perdí mi cielo, mi "para siempre", y siento que fue por no ser suficientemente buena para ello.

Perdí la cosa más convencional y única que he tenido y querido jamás.

Y mi mundo pierde todo sentido, toda cohesión, sin ello.

Una parte de mí ya lo ha dejado ir, con todo el poco aplomo y dignidad que le queda.

La otra parte aún se pregunta qué haré.

No quiero una vida de rutinas vacías, donde sólo espero desaparecer.

Ya he estado antes allí, antes de conocer a mi Nube, y no quiero volver. Me basta mirar a mi madre y abuela para ver lo triste de aquella existencia.

Pero tampoco encuentro mi alegría, ni mi pasión. Todo se me ha quedado a medias con su partida.

Quise lo más convencional, de quien no es convencional para nada.

Y era feliz en esa dicotómica contradicción.

No creo haberme conformado simplemente. Nada me parece tan bueno como lo que tuvimos.

Miraba a parejas más entradas en años, y quería llegáramos a ser viejitos juntos. Verle a diario al despertar...

Y todo eso es ahora polvo en el viento.

No sé a dónde voy y siempre tengo la impresión, la sensación, de que me hace falta, de que todo es incompleto sin Él.

Pero sigo adelante.

No quiero verme sola y abandonada, resignada a mi soledad.

No después de haberle conocido y haber compartido un hermoso paraíso.

Pero no puedo hacer todo esto sola. Falta que él haga algo por rescatarlo. Y no lo ha hecho aún. Quizás nunca lo haga.

No quiero existir triste. No encuentro nada que me parezca mejor que él. Y no es como si me la hubiera pasado buscando. Es sólo que aquello que se me aproxima no es él, ni es de mi agrado.

Me he visto en la necesidad de recordarle a otros lo que significa "especio personal".

¿Porqué el mundo parece no entender qué me hace falta?

Porqué pareciera decirme que mi mundo es oscuro, pequeño, triste, sin chiste, y que no soy más que una pequeña cosa gris que nadie mirará como un vitral, lleno de color, para amarle?

¡Es que el amor murió en este mundo?

Es acaso que el único amor humano que me queda es el de lo poco que conservo de lo que alguna vez fué mi familia?... ese par de personas maravillosas que ahora sólo esperan irse de este mundo?

Es acaso tal existencia lo único que me queda por delante?

A dónde fue toda la magia, la creatividad, los sueños.... a dónde se fue mi amor?

Acaso la luz de mi Luna, tal cual como sucede en el universo, es prestada por el Sol de mi vida, y sin su luz no soy más que roca gris y fría?

No me he desencantado del amor. Lo conocí plenamente y luché con todas mis fuerzas por mantenerlo vivo, aunque quizás fracasé.

Pero en verdad, cual el mundo de Daria, el mío es pequeño, enfermo y triste.

Sólo me falta que cuando me compre por fin mis lentes, me vea igual a ella, jaja. (Ironía)

Mi madre siempre me dijo que le recordaba a mí.

Y bueno, mis queridos lectores. Tengo quehaceres pendientes.

Gracias por leer mis desvaríos de nuevo.

Espero escribir algo creativo pronto y remover algunas tristes telarañas de por aquí.

Les debo al menos un par de sonrisas en sus rostros y alguna aventura épica.

Dream of kittens!!!  ^_^


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